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024 - ACHO, ACHO, ACHO, QUE "SEMOS" CAMPEONES.

CRONICA 024 - PUBLICADA EN EL 2009

    En el diccionario Panocho-Castellano hay una palabreja, “acho”, cuyo significado en castellano podíamos traducir como: oye, tío, tía, tu, etc,etc. Se suele decir que cualquier persona no nacida en Murcia y que este al menos 3 meses viviendo en su fértil y sagrado suelo suele decir esta palabreja unas 2.543,34 veces al día. Los estudios con los nativos no nos han dado unas cifras fiables de utilización de este palabro panocho, pero comparándolo con la cifra de los no nativos podemos hacernos una idea de cuantas veces suele decir “acho” un murcianico, sobre todo de la capi y sus pedanias.
   Para explicar mas y mejor el significado de esta palabra se suele poner este ejemplo: ¿Qué suele decir un murciano cuando va conduciendo por la Gran Vía y se le hecha encima un autobús?. Respuesta: “acho, acho, acho”. Sin comentarios.
   Pues bien, una vez expuesta esta pequeña introducción lingüística, necesaria para los no murcianicos, esos que no saben lo grande que es El Bando de la Huerta, El Entierro de la Sardina o La Romería de la Fuensanta, o lo sabrosos que están esos Paparajotes y buñuelos con su copica de Revuelto con Anís Paloma, o como se te ponen los pelos de punta al ver como te cortan en cuatro trocicos ese pastel de carne en el bar Zaher en plena calle de las Mulas, acompañado de una buena cerveza, Estrella de Levante como no, y unas olivicas de Cieza. Y que decir de ese arroz y verduras, o esos michirones, o ese zarangollo, o ese platico de tocino curao con pimentón con unas habicas tiernas y tu chato de jumilla.

   Marchábamos para Mazarron, bien trempanico, y ca uno en su coche. No sabíamos que nos íbamos a encontrar, en lo deportivo, en ese pedazo Hotel que también nos había vendido la federación. El viaje fue mas corto de lo que en un principio habíamos planeado, como siempre, lo que nos dio la oportunidad de ser los primeros en ver el salón de juegos. Nos sorprendimos al ver tan pocas mesas, y pronto nos enteramos que había 10 equipos inscritos, de los cuales 2 eran de nuestro club. Aunque podemos decir que la participación era desastrosa comparada con los 20 equipos del año pasado, después de informarme con varios veteranos llegue a la conclusión que este numero tampoco era tan bajo, sino que el año pasado fue un torneo con saturación de equipos poco habitual en esta clase de torneos.

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   Pero mayor fue nuestra sorpresa cuando nos dimos cuenta que nuestro primer equipo era el primero en el ranking del torneo. Alguien dijo, “acho, acho, acho, que semos los primericos de la lista”. Aunque viendo los diferentes equipos, nos dimos cuenta de que aun saliendo los primero del ranking había varios equipos sino superiores a priori, si muy competitivos. Hay estaban los chicos de Mazarron y Monteagudo con una gran alineación. Los chavales de Guadalupe, el pueblo del hacha, y los de la Casa del Ajedrez. Además de los de Beniel y los del C.A. Enroque. En definitiva que no estaba seguro que al final del torneo fuéramos de los primeros, iba a ser un torneo difícil y complicao.
   Empezamos en la mesa numero uno, seguimos en la mesa numero uno en la ronda segunda, en la tercera, en la cuarta, en la de después de comer, en la sexta y en la séptima y ultima ronda. Toma ya, que gozada. Tengo que decir que para los que no estamos acostumbrados a estar luchando por la pomada fue una sensación extraña, pero muy bonita, me sentí como aquel “chancletudo” que llegaba tarde a las partidas porque nunca sabía que corbata le iría bien para el chándal y las zapatillas playeras que llevaba.
   Ronda tras ronda, nuestro equipo seguía sumando puntos, ganando las 7 partidas que jugo, con un juego bonito, contundente, gustándose, en fin, se notaba en el ambiente que éramos los favoritos, los mejores, los gallos del corral, los que molan, los namber uan, en fin los campeones.
   Siete partidas, siete victorias, con eso se dice todo. 21 puntos de 28 posibles, sacándole al segundo clasificado 4 puntos, todo un mundo. Dos jugadores, José Antonio y Enrique, habían conseguido pleno, 7 puntos de 7 posibles, mas 4 de Pedro y 3 de José Francisco. Todo un logro.

   En la primera ronda nos enfrentamos a los chicos del C.A. Enroque, a los que les dimos la del pulpo, 4-0. En la segunda ronda seguíamos en la mesa numero 1 y esta vez nos toco los chicos de Monteagudo, ala otro 3-1, y se oyó otra vez: “acho, acho, acho que semos los primericos, que enseguimos en la primera mesica.”. En la tercera ronda nos encontramos a los chicos del pueblo del hacha, o sea Guadalupe de Maciascoque, esa pedania limítrofe con el gran pueblo de Espinardo, cuna de este que escribe, tierra de grandes, y pequeños, hombres. Enclave primigenio de los Condes de Espinardo, del pimentón, de las Canteras, en fin, tierra de limones y de huerta. Bueno, que me voy de “barretas”, a los de Guadalupe les dimos otra soba, 3-1. Por ultimo fueron los de Beniel los que cataron nuestro buen ajedrez, aunque solo pudimos vencerles por 2,5 a 1,5, después de unas tablas penosas por parte de los dos arbitruchos de ambos equipos.
   Nos fuimos a comer con 2 puntos de ventaja sobre Monteagudo, nuestros principales perseguidores. Y durante la comida se volvió a oír eso de: “acho, acho, acho, que seguimos en cabecica, que poemos ganar”.
   En la quinta ronda, el plato duro, Mazarron, que se soluciono con otro contundente 3-1, y todavía en la mesa numero uno. La distancia se había recortado con los de Monteagudo, ahora era de 1,5 puntos, la cosa empezaba a caldearse. Sexta ronda, y nos toca con los chicos de la Casa del Ajedrez, nos jugábamos el torneo, el todo por el todo, el ser no ser, y vamos si fuimos, otro 3-1, otra victoria, otra paliza, y encima los de Monteagudo, nuestros adversarios mas cercanos habían perdido y ahora estaban a 2,5 puntos, casi saboreábamos el titulo, y ahora si por fin alguien dijo: “acho, acho, acho, que ganamos, que ganamos, que ganamos”.
   Última ronda, enfrente los chicos de Lorca, el corazón me dio un vuelco cuando vi a los que nos había tocao en último lugar. Aquello estaba chupao, que digo chupao, estaba a huevo. Todavía recuerdo aquellas palabras que dirigí a mis compañeros. “Concentración, ahora tranquilos, que solo necesitamos 1,5 puntos, no os pongáis nervosos”. Comenzó la ultima ronda y como no, el menos concentrado, el menos tranquilo, el mas nervioso, pues como no, fui yo, perdiendo la partida rápidamente. Los segundos pasaban muy lentos y las cosas no pintaban bien para los nuestros, José Francisco se ponía de rodillas en su silla intentando sacar mas a su materia gris, José Antonio era el que mejor lo tenia, y Enrique llego a un final tras tener la partida en tablas. José Antonio gano su partida, Enrique también la suya, y José Francisco hizo tablas. Éramos Campeones, y alguien dijo: “acho, acho, acho, que semos campeones, que hemos ganao, a mi los dineros”.
   Que decir de la alegría que nos invadió, sobre todo a aquellos de nosotros que no estamos acostumbrados a ganar torneos oficiales. Lo primero que hicimos fue tomarnos una cervecita antes de recoger nuestros premios, antes de subir a lo más alto, antes de ser ungidos en la gloria eterna del ajedrez murciano. Estábamos haciendo historia viva del ajedrez, escribiendo con letras de oro en el libro de los elegidos. Quien iba a decir que yo iba a ser campeón de algún torneo oficial algún día, todo un sueño.

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   Y de regreso a nuestras casicas, alguien iba diciendo en mi coche: “acho, acho, acho, que eres campeón de la Región de Murcia, que es verdad, que no es un sueño”.

 

 

 


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