El turco era un muñeco grande,
inventado por el vienés Wilhelm Von
Kempelen y estaba colocado tras una caja de madera
que mostraba tres puertas frontales y el Turco aparecía
sentado detrás de la caja con un tablero de ajedrez enfrente. Tenía un turbante
y un manto de piel y sostenía en la mano una larga boquilla; debajo del
antebrazo izquierdo tenía un almohadón. Las puertas de la caja se abrían y
dejaban ver al espectador curioso una serie de complicados engranajes. El que
quería jugar con el Turco se sentaba delante del tablero y realizaba su jugada;
de forma parsimoniosa el autómata estiraba su brazo izquierdo, tomaba una pieza
y realizaba un movimiento sobre el tablero; incluso cuando amenazaba al rey
contrario pronunciaba la palabra jaque y movía la cabeza para adelante como
saludando; si el adversario realizaba alguna jugada antirreglamentaria, el
Turco golpeaba su brazo izquierdo sobre la mesa en señal de protesta.
El Turco
fue exhibido por primera vez en Viena en 1769 y causó sensación. Hasta la
propia emperatriz se interesó por este aparato y logró que en 1770 el
científico Von Kempelen
realizara una exhibición en el palacio real.
Pero aquí
hay que hacer una rápida confesión y revelar un detalle decisivo: había un tipo
escondido adentro del Turco. Por medio de un ingenioso
procedimiento el tipo estaba escondido de un modo tal que cuando alguien abría
la puerta, incluso el operador del autómata abría la puerta para mostrarle los
engranajes al público, resulta que no abría las puertas todas al mismo tiempo,
sino que abría una y entonces el tipo que había adentro se corría para el otro
lado y así.
La verdad es que el aparato de Von Kempelen era un fraude a
medias, el autómata era de cualquier manera un milagro técnico, el tipo que se
escondía en la caja disponía de los engranajes para que el brazo del Turco
tomara la pieza correcta y la moviera a la perfección, eso ya implicaba un gran
mérito, pero, ¡bueno!, no había una computadora que jugara al ajedrez,
solamente la parte automática era un brazo que tomaba piezas y la depositaba en
un lugar determinado, determinado por el tipo que estaba adentro.
En el año 1773 Von
Kempelen desmanteló el aparato; estaba enojado porque,
en realidad, tenía más fama por este artilugio que por el resto de sus obras de
ingeniería, pero en 1776 recibió una invitación para hacer una gira por Europa
y aceptó. Las giras continuaron durante casi veinte años. En 1804 Von Kempelen se enfermó y se
murió. Uno de los hijos heredó el autómata y se lo vendió por unos pesos a un
tipo llamado Leonard
Nepomuk Maelzel.
En 1805 Maelzel
salió de gira con el Turco. En ese entonces Jean Allgaier, era el
ajedrecista escondido. El primer contrincante del aparato fue nada menos que
Napoleón Bonaparte, que perdió en 24 movimientos. Posteriormente se fue a
América. Y ahí empezó a organizar presentaciones. La primera de ellas fue en
1825, en Nueva York. El problema fue que Maelzel no tenía dinero para contratar a un jugador fuerte
que manejara el artefacto y había contratado a una muchacha llamada Mary Hatchell, para que moviera
las piezas desde abajo, pero Mary tenía un juego muy
elemental; así que contrató tal Schlumberger, que era
un gran jugador que había conocido en París y este ajedrecista iba a remplazar
a Mary.
Por fin llegó Schlumberger,
pero había un problema: era una gran jugador, pero era gordo y un atardecer de
1827 de gira en Baltimore el Turco finalizó su exhibición y fue trasladado a un
sitio discreto para que Schlumberger pudiera salir de
la caja; el jugador quiso salir, pero con tanta mala suerte que se quedó
atrapado adentro del Turco y empezó a gritar en demanda de auxilio y para colmo
de males desde un árbol cercano dos niños que estaban subidos a una rama vieron
todo por la ventana y fueron a pedir ayuda y cuando la ayuda llegó se descubrió
el secreto del Turco. Maelzel falleció en 1832 cuando
viajaba desde la Habana a Filadelfia.
El Turco
fue vendido por 400 dólares a un tal Winston Pil quien lo dejó en el Museo Chino de Filadelfia. En 1857
un incendio destruyó el museo y del Turco no quedó
nada.