Anderssen y el posadero

 

Cuentan que el gran Adolf Anderssen, autor de partidas tan famosas como la “Inmortal” y la “Siempre viva”, en uno de sus viajes paró en una posada descansar. Como era temprano y no había mucha gente en la posada, el posadero, sin saber quien era su cliente, le retó a jugar unas partidas de ajedrez y tal y como era costumbre en la época, el anfitrión, que se consideraba un gran jugador, ofreció la dama de ventaja a su ilustre adversario a fin de equilibrar las fuerzas.

Anderssen aceptó el desafío, y con el fin de gastar una broma, se dejo ganar la partida, inmediatamente jugaron otra partida pero esta vez y a petición de Anderssen compitieron en igualdad de condiciones finalizando la partida tablas.

A continuación jugaron la última partida y esta vez fue Anderssen quien “osó” dar la dama de ventaja al posadero, pese a las protestas de este, alegando que si había salido derrotado con la dama de ventaja, nunca podría hacer nada sin ella. Cual no sería su sorpresa cuando Anderssen le derrotó de forma clara y contundente.

Esta historia ha sido relatada de forma similar de muchos grandes maestros y en situaciones parecidas, como por ejemplo, de Alekhine en un tren.

 

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