Esa noche estaba
particularmente animado. Nos sentíamos arrebatados por sus historias
fantásticas, por sus relatos brillantes y llenos de ingenio. Tras las historias
de pesca y caza, nos pusimos a hablar de nuestro juego favorito y uno de
nosotros preguntó:
- Decid, barón, ¿habéis perdido
alguna vez una partida de ajedrez?. La mirada del
narrador se nubló ligeramente pero en seguida volvió a su serenidad habitual.
¡ Ah!, amigos
míos, una vez en la vida, y no la olvidaré nunca. Como no ignoráis, me he
enfrentado ente las 64 casillas con los jugadores más célebres del mundo. Pocos
podían resistirse a mi juego audaz y fuerte, pero una vez...
He aquí la
extraña historia que nos contó: Ocurrió hace mucho tiempo. Yo era joven
entonces y frecuentaba el Café de la Régence, que aún
guardaba el recuerdo de los tiempos de Deschapelles y
Labourdonnais. Pronto la fuerza de mi juego, y sobre
todo la de mi lengua infatigable, me hicieron invencible. Una vez, mientras
miraba una partida y discutía en voz alta las ventajas e inconvenientes de las
jugadas efectuadas, advertí la presencia de un desconocido que miraba la misma
partida sin decir nada. Parecía no apreciar mis comentarios irónicos y esta
audacia me encorajinó. Quise darle una lección.
Señor- le dije-, ¿queréis jugar una
partida conmigo?, No penséis rehusar, pues jugaréis conmigo de buen o mal grado
y enseguida. Aquí hay un tablero.
Me miró con aire aterrorizado y se
sentó dócilmente. Yo tuve blancas y la partida, que conduje con vigor , fué ésta:
1.e4
d5 2.e5
d4 3.c3
f6 4.exf6
dxc3 5.fxe7
cxd2+ 6.Axd2 Axe7 7.Cf3 Cc6
8.Cc3 Cf6 9.Ce2 Cd7 10.Cfd4
Cce5 Entonces pensé que iba a ganar la
Dama jugué 11.Ce6 , pero mi
adversario respondió 11…Cd3# con
tristeza, me di cuenta de que mi rey estaba en posición de mate.
Una partida no prueba nada.-le
dije-. Jugaremos otra partida otra vez, supongo que me permitirá seguir con
blancas, ya que me ha ganado.
1.e4
d5 2.d3
e6 3.Cf3
Cc6 4.Ag5
Ab4+ 5.Re2
Dd7 6.Cc3
Cf6 7.a3
h6 8.Ah4
Aa5 9.e5
d4 10.Ca4
Ch5 11.Cc5
Cf4# ¡y volví a darme cuenta con estupor
que era mate!.
Estaba seriamente enojado. La
concurrencia en torno a nuestra mesa era numerosa porque, ante mi fracaso, todo
el mundo había dejado de jugar para comprobar este hecho increíble.
Apreté los dientes y pedí una
tercera partida con blancas
1.e4
d5 2.d4
e5 3.c4
f5 4.f4
c5 para evitar las complicaciones,
jugaba una larga Variante de los Cambios, llamada después, Variante Muenchhausen 5.exf5
dxc4 6.dxc5
exf4 7.Axf4
Axc5 8.Axc4
Axf5 9.Axb8
Axg1 10.Axg8
Axb1 11.Txb1
Txg8 12.Txg1
Txb8 aquí reflexioné largo tiempo y para
simplificar la posición, decidí cambiar las damas 13.Dxd8+ Juzgad mi asombro y la sorpresa de
todos cuando mi adversario, con aire muy resuelto, se apoderó de mi Rey jugando
13.
Rxe1....
-
Dejad vuestras bromas aparte. - dije muy nervioso - Volved en
seguida mi Rey a su lugar.
-
Y vos ¿por qué habéis jugado
el mismo movimiento?.- preguntó ingenuamente.
-
¡Qué pregunta tan estúpida!. ¿ No sois
capaz de distinguir un Rey de una Dama?.
-
No - Respondió fríamente -, no conozco muy bien el juego; os lo
quería decir antes de empezar, pero no me habéis dejado. - Todo lo que he hecho
ha sido imitar vuestras jugadas.
Esta inesperada declaración fue seguida por una tremenda carcajada.
Todo el mundo se reía. Jamás me encontré en una situación tan desagradable. Mi
prestigio pendía de un hilo.
-¡Qué cosa tan extraordinaria!.- dije tan
alto como pude.
El ruido cesó y todos me escucharon
- Un hombre que apenas sabe mover las piezas gana a un jugador
fuerte y avezado ... - Estoy seguro de que una aventura tan extraordinaria no
podía ocurrir más que a un hombre tan extraordinario como yo, ¡el barón Münchahausen!. - Después de estás
palabras me fui; mi honor estaba a salvo. Pero durante largo tiempo no toqué
una pieza de ajedrez.